En el mes de agosto pasado la oposición golpista en Venezuela dio un paso más en su estrategia desestabilizadora, al lograr que el Consejo Permanente de la OEA, por 11 votos a favor, cinco abstenciones y un ausente, en el Consejo Permanente de la OEA convocara al Órgano de Consulta del TIAR por cuanto el gobierno de Venezuela representa, según el texto, una “amenaza a la paz y la seguridad” de la región.
Apoyaron el texto, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, EEUU, Guatemala, Haití, Honduras, Paraguay, República Dominicana. Países a los cuales se unió la delegación que envió el auto proclamado presidente, Juan Guaidó -, el 23 de Julio la Asamblea Nacional presidida por Guaidó aprobó la de Venezuela al TIAR. Cinco países se abstuvieron: Costa Rica, Panamá, Perú, Trinidad y Tobago y Uruguay; tres, Chile, Costa Rica y Perú firmantes del acuerdo, hicieron reserva al empleo de la intervención militar.
Venezuela, bajo el gobierno del presidente Chávez se retiró de la OEA en 2012 junto con Bolivia, Ecuador y Nicaragua de manera que revenir sobre esa decisión requeriría de una ley que para su vigencia necesita del acuerdo del Presidente de la República actuando como órgano colegislador. A renglón seguido la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia [TSJ] declaró la nulidad absoluta y carente de efectos jurídicos del acuerdo de la Asamblea Nacional, cuyo acto la convierte en un órgano en desacato.
Los antecedentes históricos del TIAR tienen origen en la iniciativa del libertador Simón Bolívar, quien como presidente de la República de la Gran Colombia convocó al congreso latinoamericano en la ciudad de Panamá, donde se aprobó el Tratado de Unión Liga y Confederación.
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca [TIAR] fue acordado el 2 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro. En su época el TIAR respondió a los intereses de seguridad hemisférica de los Estados Unidos en el marco de la Guerra Fría.
El radio de acción del Tratado es las Américas y 300 millas a partir de la costa, además, en el norte la región entre Alaska, Groenlandia, y zona ártica, islas Aleutianas. En el sur las regiones antárticas, y los islotes de San Pedro y San Pablo y la isla de Trinidad. El Consejo Permanente de la OEA se constituye en cuanto mecanismo de consulta, donde participan las partes contratantes del TIAR. El Consejo evalúa si se dan las condiciones para convocar una Reunión de Consulta de los integrantes del TIAR o en su caso la aplicación de las medidas correspondientes.
Según el Art. 3.1 del TIAR en caso de […] un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a ayudar y hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inminente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas. Históricamente, el Tratado ha sido invocado en 19 ocasiones desde su aprobación. Durante su vigencia EEUU ha logrado imponer sus criterios a los estados latinoamericanos, con lo cual ha vulnerado gravemente el derecho internacional. Fue el caso de Cuba, a principios de la década de los 60, cuando logró imponer el bloqueo y el aislamiento a la isla.
En 1982, durante la guerra de las Malvinas, Estados Unidos infringió el TIAR, al facilitar a la flota británica apoyo logístico y económico, favoreciendo a un miembro de la OTAN en contra de un miembro del tratado. En ese caso específico, EEUU debió haber mantenido su neutralidad siendo miembro de dos tratados de defensa.
En los 72 años de vigencia del Tratado ha habido propuestas de reformas, a los 25 artículos del Tratado y 13 artículos del Protocolo de Reformas, las cuales han sido aprobadas, pero no ratificadas por los países del sistema interamericano. Cuando se reformó el artículo 11 del Tratado con objeto de reconocer que el mantenimiento de la paz y la seguridad en el continente dependían de “la seguridad económica colectiva para el desarrollo de los estados miembros de la OEA”, EEUU planteó su reserva, por cuanto su aprobación habría significado un apoyo presupuestario costoso hacia Suramérica. Reserva que entraba en conflicto con su propia noción de seguridad, puesto que el artículo 11 así redactado, reconocía el desarrollo económico de Suramérica como parte de su condición de paz y seguridad.
En la realidad, el TIAR no ha tenido efectos prácticos en las relaciones de dominación que EEUU ha mantenido con Suramérica. Para ello habría requerido la coordinación entre la Junta Interamericana de Defensa [JID] y la OEA, y la creación de mecanismos efectivos de prevención y solución pacífica de conflictos regionales. Es más, al sustituir como enemigo –según la concepción americana– el narcotráfico al comunismo, las intervenciones militarizadas, con un fuerte componente logístico y armado de EEUU, ahondan los conflictos transfronterizos históricos entre los socios del Tratado, los mismos, cuya acción común y colectiva en operaciones de defensa, está prevista en el TIAR.
El conflicto armado entre Gran Bretaña y Argentina y el conflicto haitiano revelaron la inoperancia del Tratado. En el primer caso, EEUU, Barbados y Colombia rehusaron su apoyo a Argentina. En el segundo, EEUU legitimó su intervención contra el régimen constitucional de Jean Bertrand Aristide [Septiembre de 1991], con el argumento que el flujo de refugiados haitianos era una amenaza para su seguridad. El apoyo posterior de la OEA, no hizo sino legitimar la acción unilateral estadounidense.
Ambas situaciones condujeron a deslegitimar la OEA y el Tratado cuya operatividad depende de las resoluciones del Consejo y la Reunión de Consulta de los integrantes del TIAR.
La historia reciente demuestra la total irrelevancia del TIAR en la solución de conflictos y revela las verdaderas intenciones de la oposición venezolana que al descartar las vías legítimas previstas en la Constitución y leyes venezolanas busca legitimar la vía armada con intervención extranjera para llegar al poder.
En el caso de situación de guerra interna en Colombia, ninguna de las partes buscó recurrir a los mecanismos del TIAR. Por el contrario la participación de organizaciones de la sociedad civil, ONGs europeas y americanas, señala la relevancia de otros actores en el conflicto.
Otros casos en la zona nos enseñan la desconfianza con que los países de Latinoamérica consideran la presencia de los EEUU en la OEA y los verdaderos intereses que en algún momento defendieron desde la organización. De hecho, en el caso de conflictos entre países de la región recurrieron a mecanismos, como el caso del Grupo de Contadora para Centroamérica o el Grupo de Río en el conflicto fronterizo entre Perú y Ecuador y entre Colombia y Ecuador. En otros casos se recurrió al mecanismo de consultas entre los presidentes de los países involucrados como sucedió en el caso de secuestros de líderes de las FARC, Simón Trinidad [alias de Juvenal Ovidio Ricardo Palmera], en la ciudad de Quito, el 2 de enero del 2004, y Rodrigo Granda, “el canciller de las FARC” en Caracas, en febrero del 2005.
El TIAR perdió vigencia, por cuanto la URSS, enemigo de la seguridad nacional de EEUU en la época de la Guerra Fría, ya no existe. Sin embargo, el TIAR bajo la cúpula de la OEA se corresponde con un plan imperial en el cual somos actores reactivos a las ambigüedades de la seguridad colectiva hemisférica. Es desde esa ambigüedad que construye la oposición venezolana en la esperanza de justificar la intervención armada de EEUU y llegar de esa manera al poder. El precio a pagar lo conocemos: la posesión de una de la reserva más importante de petróleo del planeta.
* Editor de Fortinmapocho.com
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