Por Pablo Ruiz, SOAWatch*
Conversamos con Taide Zojo de Elena, abuela de José Antonio Elena Rodríguez, que tan sólo tenía 16 años cuando fue asesinado, el 10 de octubre de 2012, por un agente de la Patrulla Fronteriza.
Por América Latina el asesinato de George Floyd, el 25 de mayo en EE.UU., y las protestas que le sucedieron, fue de mucha atención y puso en la palestra el tema de la violencia policial. El caso de George Floyd sabemos que no es el único caso, hay miles de casos iguales por toda América Latina y muchos más en EE.UU.
Sin duda, que por todo nuestro continente los familiares, las organizaciones, desde Tierra del Fuego hasta el sur del Río Bravo, y mucho más allá, levantan la memoria como un espacio de resistencia y siguen exigiendo: alto a la violencia policial y militar. Al mismo tiempo, siguen pidiendo justicia para con nuestras y nuestros asesinados y desaparecidos.
Cada día 10, de cada mes, por ejemplo, se realiza una vigilia por José Antonio Elena Rodríguez, que tan sólo tenía 16 años cuando fue asesinado, el 10 de octubre de 2012, por un agente de la Patrulla Fronteriza quien le disparó desde EE.UU. a México.
Conversamos con la abuela de José Antonio, Taide Zojo de Elena, quien participó el 2019 en las protestas en EE.UU. contra la Escuela de las Américas y, antes, asistió a la Corte Suprema de Estados Unidos, en Washington DC, para escuchar el caso de Sergio Adrián Hernández Guereca quien también fue asesinado, en el 2010, por otro agente de la Patrulla Fronteriza.
El agente disparó hacia México y mató a Sergio Adrián de 15 años, quien jugaba con amigos en ese momento. La Corte Suprema de Estados Unidos votó 5-4 a favor de cerrar el caso de Sergio Adrián y determinó que sus familiares no podrán exigir una indemnización por daños y perjuicios en tribunales estadounidenses.
– Le quería preguntar, primero, en sus recuerdos, ¿quién era José Antonio?
José Antonio, era un niño muy simpático, muy sonriente, un niño con ilusiones, con metas. Era un niño muy obediente; era un buen niño, de los que ya casi no hay. Era muy buen niño, era lindo mijo, era lindo ¿qué más le puedo decir? Para mí, pues, era un niño que le gustaba el deporte, que le gustaba estudiar Estaba estudiando su secundaria abierta o sea que no era un niño ocioso ni mucho menos, ¿no?, pero, bueno, le tocó la mala suerte de pasar en el momento equivocado y ahí sí tuvo mala suerte.
– Para la gente que no conoce esta historia, ¿en estos años ha habido justicia, algo de justicia o nada?
Nada, nada, justicia no. Lo único que sabemos y que entendimos que los mexicanos y las gentes de color no tenemos justicia en Estados Unidos para nada, para nada. Nos inventaron, inventaron miles de historias, donde no te dejan defenderse, donde no te dejan hablar. El niño, el nombre del niño lo dejaron por el suelo junto con los otros, junto a la familia, porque es muy fácil, es muy fácil hacer eso con una persona que está muerta y no se puede defender, ¿verdad? Y a los familiares no nos dejan, no nos dejan defendernos. Si hubiéramos tenido un caso civil, probablemente, ahí sí hubiéramos podido hablar y defendernos y decir la verdad como son, como era, como fue, porque ellos tuvieron el descaro hasta de comprar testigos; entonces, y los testigos principales, el juez no dejó que vinieran. No entiendo la razón. Bueno, pues sí la entiendo. Porque nunca dejan, nunca dejan que un policía o una persona de gobierno sea sentenciada. Eso ya lo tenemos comprobado todas las personas, ¿verdad? Entonces, pues justicia no, no hemos tenido, pero vamos a seguir peleando. Vamos a seguir peleando mientras tengamos vida, mientras que podamos, vamos a seguir en la pelea. Aunque no podamos, aunque no podamos ya nosotros hacer un juicio civil, vamos a pelear para que haya un cambio de ley en el Congreso para otras personas que estén en el mismo caso que nosotros. Entonces, pues, esa es la idea que tenemos: de no dejarnos vencer y quizás podamos alcanzar una poquita de justicia, pero hasta ahorita, no, no la tenemos; no la tuvimos.
– Por lo que yo escucho, el agente de la patrulla fronteriza que asesinó a José Antonio está libre, ¿estoy en lo correcto?
Sí, nunca estuvo en la cárcel. Se le quitó de trabajar, se le quitaron las armas, se le quitaron los pasaportes, se le entregó sus cosas de esas que traen, pero ahorita, según tengo entendido, está trabajando en San Diego, no sé. Supuestamente, no con el mismo cargo que tenía aquí pero está libre.
– Con la situación que el mundo conoce del asesinato de este hermano afroamericano, Floyd, hay toda una polémica frente a la violencia policial, ¿qué opina usted de lo que está pasando, de las protestas en Estados Unidos, contra la policía?
Pues, yo pienso, yo pienso que debemos pelear hasta que no sólo los metan a la cárcel como este señor, ¿no? Que está dentro de la cárcel, sino pelear porque se les sentencie. Porque luego, les hacen, les hacen un juicio pero los dejan libres. Y la Corte Suprema qué dijo: en en el caso de este muchachito, Hernández Guereca, nosotros estuvimos en Washington en esa Corte. Estuvimos en esa Corte, ahí. Y qué dijo: que no teníamos derecho. Que no teníamos derecho a un caso civil, porque el muerto estaba en Méjico. OK., el muerto está en México; pero, ¿de dónde vinieron las balas que lo mataron? De Estados Unidos, ¿verdad? Y el hombre, ¿dónde está? Está en Estados Unidos. Entonces, ahí es donde le deben sentenciar, porque está en Estados Unidos. ¿Qué importa dónde está el muerto? De todas maneras lo mató, sin razón alguna. Porque no tenía razón. Todo lo que ellos, todo lo que ellos averiguaron, todo lo que ellos dijeron, fueron mentiras. Como le digo, se dedicaron a poner el nombre de José Antonio en lo más peor, cuando no lo dejaron, que dijeran los que lo defendían, los que tenían nuestro caso, no lo dejaron que dijeran el récord del hombre, porque ese hombre tiene un récord. Tiene un récord que nunca se dijo en los juicios porque el juez no dejó. Entonces, pues, ¿a qué estamos jugando? Entonces, lo están haciendo no más por compromiso, no más por hacerlo, no más por decir que no hicieron nada. Ah, no sé, no sé, cuál era la intención de hacer un juicio así, que no tenía dos juicios, que no tuvieron nada, que nada, a favor de José Antonio.
– ¿Nada de justicia, nada de justicia?
Nada. Nada. Completamente nada.
– Acá pasa lo mismo. Muchas veces, cuando la policía asesina a civiles, a personas comunes y corrientes, van a juicio y pareciera que sólo es una formalidad porque, incluso, si los condenan, los condenan a pocos años y les dan libertad condicional y al final, están en libertad. Entonces, ¿Usted cree que los jueces, la justicia en Estados Unidos, es cómplice de esta impunidad que hay?
Sí, tratándose de nosotros, los mexicanos, y las personas de color, para nada, para nada tenemos justicia, para nada. Dicen ellos que México es corrupto. Pues, nosotros comprobamos que ellos son iguales o quizás peor que México, no más que México, pues, como luego dicen, “cría fama y acuéstate a dormir”. Entonces, México tiene fama ya de eso. Y ellos, pues todo lo que hacen lo hacen bajito la mano y México no, pues México es más abierto, todo se sabe. Pero fue una burla. Esos juicios fueron una burla para nosotros.
– Después que participaron en la Corte Suprema, el año pasado, ustedes viajaron a la protesta contra la Escuela de Las Américas ¿Cómo fue, qué le pareció, por qué usted decidió ir?
Pues, nosotros, como era la primera vez que íbamos, estamos ahí en Columbus, fuimos los que encabezamos la manifestación y hablamos, hablamos y todo. Estuvo muy bonito y todo lo que usted quiera, pero la Escuela de las Américas, pues, sigue igual, sigue peor, porque, pues ahora quiere entrenar, quiere entrenar a quien sea, a matar. Ya lo dijo, ya lo dijeron abiertamente. Entonces, qué vamos a tener como gobierno, como policías, como inmigración, pura gente matona. Porque la Corte Suprema, al negar la justicia para estos casos y dejando libres a estas personas, están dejando libres a criminales en la calle y está dando permiso para matar, ¿verdad? Entonces, esa es la realidad. Yo estuve ahí, en Washington, me tocó hablar con los DACA*, que por cierto ganaron los DACA, ¿sí ganaron, no? Quién sabe por cuánto tiempo, porque, pues, si esta este hombre y lo vuelve a reelegir la gente, que sería muy tonta la gente que lo vuelva a reelegir pues, va a volver a querer quitarlos, pues, quitarle sus cosas a los estudiantes esos, a todas las personas esas.
– ¿Hay mucha persecución a los migrantes desde su punto de vista?
Sí, sí hay, hay mucha. Hay un muchacho, de California, creo que se llama José. No, no estoy segura. Pero a él casi lo matan. Casi lo matan los policías. Tiene una una cicatriz en la cabeza de un lado a otro, tan grande. Estuvo tres meses, tres meses en coma, y tenía él pues papeles para estar en Estados Unidos. Él sí ganó el caso porque fue dentro de los Estados Unidos y la esposa, pues, peleó mucho, de hecho, estuvo aquí en Nogales en una de las vigilias por José Antonio y, ahorita, lo acaban de deportar. No más llegaron a su trabajo.y lo deportaron, está en Tijuana él ahorita, y le están tratando de arreglar su caso, No sé si irán a poder porque, como están las cosas, ya no sabe uno ni qué, ni a qué atenerse.
Nosotros, como le digo, vamos a seguir peleando, no nos vamos a rendir. Si no es por nosotros, si nosotros no alcanzamos ese beneficio, de la Corte Civil, pues, para otras personas. Pero el caso es que tenemos que esperar a que pasen las elecciones. A ver si ganan los democráticos. Ya ganando los democráticos, pues ya la tenemos hecha para pelear esa justicia y ese cambio de ley. Vamos a ver qué Dios dice, porque.tenemos que tener fe en Dios para poder estar parados. Nosotros tenemos ocho años peleando y es muy duro, oiga, es muy duro, es muy desgastante, es triste, porque es un recordar el crimen a cada momento. Es algo que nadie lo puede entender si no lo vive, si no lo vive. Entonces, pues, así estamos señor, a ver qué pasa.
– La última pregunta, ¿De dónde saca usted, como abuela, como persona, la fuerza para seguir luchando por justicia, por mantener la memoria de José Antonio?
Pues mire, yo, a veces, hasta yo me asombro de mi misma, porque hay veces que quiero tirar la toalla y decir “ya, que ya quede aquí”, porque, por qué no, no puede uno cerrar ese ciclo para vivir uno tranquilo, ¿Verdad? Pero me acuerdo de las fotos que vi de él tirado en la banqueta, todo lleno de sangre, me entra una rabia y un coraje y digo “no, tengo que seguir”. Mientras yo me de vida y podamos seguir adelante, vamos a seguir adelante, y eso es lo que me da fuerza: la rabia y el coraje que tengo, la impotencia, de no poder hacer lo que se debería de hacer, ¿no? En estos casos: castigar al asesino, porque el crimen de José Antonio fue un asesinato, de lo más cobarde que puede haber en este mundo, a un niño, de dieciséis años, que tenía tantas ganas de vivir, tantas ilusiones y tantas metas.
Nota:
DACA, por su sigla en inglés, es una decisión migratoria en EEUU, en español “Acción Diferida para los Llegados en la Infancia”. Favorece a jóvenes que llegaron siendo niños a EEUU y estaban indocumentados. El DACA protege de la deportación a unos 700.000 jóvenes inmigrantes conocidos como “dreamers” o, en español, soñadores.
Pablo Ruiz: periodista, es parte del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas (SOA Watch)