En Chile se cumplieron 51 años del golpe de Estado este 2024 y es muy importante recordar que por todo nuestro continente se vivio el terrorismo de Estado el que fue apoyado por los Estados Unidos. Por ejemplo, se cumplieron 35 años del asesinato de seis sacerdotes jesuitas y dos mujeres en El Salvador.
En la madrugada del 16 de noviembre de 1989, miembros del batallón de infantería Atlacatl ingresaron a la Universidad Centroamericana (UCA) y asesinaron a Elba Ramos, Celina Ramos, y a los sacerdotes Jesuitas, Ignacio Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Juan Ramón Moreno, Amando López y Joaquín López y López. De los 25 soldados que participaron en la masacre, 19 fueron entrenados y graduados en la Escuela de las Américas del Ejército de los EEUU.
Se estima que en El Salvador unos 75,000 civiles fueron asesinados y 8,000 civiles desaparecieron durante la guerra civil. En ese contexto, Estados Unidos entregaba un promedio de un millón de dólares diarios en ayuda militar al ejército genocida. En Chile, no olvidamos también que el gobierno estadounidense entregó millones de dólares a la oposición, paramilitares y militares con el fin de gestar y apoyar el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende.
Tanto en El Salvador como en Chile, como en América Latina, hay un patrón común: muchos de los violadores de los derechos humanos fueron entrenados y graduados en la Escuela de las Américas la que funcionó por muchos años en Panamá y sigue funcionando, actualmente, en los EEUU.
En homenaje a los mártires de la UCA y un nuevo Aniversario de SOAWatch realizamos un encuentro con Alicia Lira, Hervi Lara, Patricio Véjar, Carlos González, Félix Madariaga y Pablo Ruiz integrantes del Observatorio contra la Escuela de las Américas (SOAWatch-Chile).
Alicia Lira, presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, señaló que “este encuentro es tan importante, tan relevante, siempre con la memoria y el recuerdo de ellos, que fueron ejecutados, que los persiguieron, los asesinaron. Hoy día estamos aquí ofreciendo un tributo de memoria, de orgullo, de consecuencia que ellos también dejaron no solamente en El Salvador, sino que también para toda América Latina”.
Alicia Lira recordó que en honor a ellos y todas las víctimas de violaciones a los derechos humanos hemos realizado actividades donde también hemos reclamado que Chile deje de enviar tropas a la Escuela de las Américas la que fue rebautizada el 2001 como Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad (WHINSEC, por sus siglas en inglés).
Por su parte, Patricio Véjar, del Centro Ecuménico Martin Luther King, dijo que los asesinatos en la UCA “es la historia de la intervención estadounidense en El Salvador y del Comando Sur” y que los asesinos de los 6 sacerdotes y las 2 mujeres fueron cometidos por soldados entrenados en la Escuela de las Américas donde aprendieron la ideología del “enemigo interno””.
Véjar también recordó que las pandillas que han azotado El Salvador se formaron en EEUU y dijo que “desde los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, en 1984, EEUU ha tenido una práctica sistemática de expulsarlos hacia sus lugares de origen, porque las pandillas no solamente son salvadoreñas. Las pandillas llegaban al Salvador con sus vínculos con EEUU y tenían un gran potencial para hacer lo que hicieron, de destruir la sociedad civil salvadoreña, de destruir la convivencia democrática. Hoy día vemos cómo este sistema democrático ha sido destruido con una persona tan autoritaria como es el presidente actual” (Nayib Bukele).
Al servicio del pueblo
Hervi Lara, del Comité Oscar Romero, expresó que los jesuitas “fueron hombres de una fé heroica, pero de una fé iluminada por la lucidez intelectual; es decir, la razón y la fé la pusieron al servicio de un pueblo: de un pueblo en el que no habían nacido, pero que sí amaron con verdadera catolicidad”.
“¿Qué es la universidad? Ellos la concibieron como la entidad que incide en la realidad histórica; en la realidad histórica en la que se da, y a la que debe servir. Habría que resaltar otro aspecto importante de las víctimas, de los mártires de la UCA: que eran personas inteligentes, y con una inteligencia puesta al servicio de la humanidad; no al servicio de los intereses del poder económico”.
“¿Por qué eran auténticos académicos? Porque concibieron la universidad como promotora del cambio histórico; como promotora de la superación de la opresión, y la consecución de la igualdad y de la justicia necesarias para la realización plena de la dignidad humana de su pueblo”.
“Ellos podrían haber vivido cómodamente, sin riesgos, acumulando éxitos tal como lo hacen tantos pseudo universitarios que hemos conocido, y que no son sino funcionarios al servicio de técnicas que son política y culturalmente inútiles, son inocuas, o que están en beneficio del poder económico, pero los jesuítas de la UCA no se pervirtieron, ni tampoco renunciaron a la misión a la que se habían comprometido desde su juventud”, señaló Hervi Lara.
La Teología de la Liberación
Carlos González, sobreviviente del Campo de Concentración de 3 y 4 Álamos dijo que los presos políticos, las organizaciones de los miles que pasaron por la cárcel en la dictadura, recuerdan y reconocen el trabajo solidario de todo este movimiento religioso de la teología de la liberación que por toda América Latina se comprometieron y participaron de los procesos de liberación.
Al mismo tiempo, recordó que desde la Iglesia Católica “la Vicaría de la Solidaridad ayudó a rescatar tantas vidas, gente joven que logró sobrevivir a la tortura y que fue sacada del país en algunas circunstancias, otros fueron apoyados dentro del país”.
“Hay un historial de agradecimiento enorme al movimiento religioso que mantuvo una conciencia consecuente en la lucha por la defensa de los derechos humanos. También recordamos la nefasta participación de la Escuela de Las Américas llamada escuela de asesinos y que aplicaron una política continental. Esta política significó la tortura, la desaparición de las personas, la desaparición de los cadáveres de los asesinados, toda esa una política dirigida desde El Pentágono, dirigida desde el gobierno de los EEUU para detener el desarrollo social de América Latina”.
Félix Madariaga, periodista, y parte del Campo de Concentración de 3 y 4 Álamos, también se sumó al homenaje y conmemoración de la matanza de la UCA y de la formación del movimiento contra la Escuela de las Américas.
Madariaga recordó que cuando fue estudiante le tocó estudiar a Ignacio Martín-Baró, en los años 90, considerándolo un gran teórico social. Martín-Baró es una de las víctimas de la UCA que fue asesinada por graduados de la Escuela de las Américas.
“La Escuela de las Américas, dijo Madariaga, es célebre también por preparar a los golpistas que tuvimos en Chile, y que llenaron de sangre nuestro país; también asesinaron y torturaron sacerdotes como, por ejemplo, en la población La Victoria, como los sacerdotes que estuvieron detenidos en 3 y 4 Álamos”.
En Chile, entre los sacerdotes recordamos a Miguel Woodward, 42 años, asesinado el 22 de septiembre de 1973; a Joan Alsina, 31 años, asesinado el 19 de septiembre de 1973; a Antonio Llidó, 38 años, detenido en septiembre de 1974; Gerardo Poblete, 31 años, asesinado el 21 de octubre de 1974; y André Jarlán, 43 años, Asesinado el 4 de septiembre de 1984.
Pablo Ruiz, del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas, recordó las movilizaciones que se realizaron fuera del Fuerte Aguayo, en Concón, donde el Comando Sur financió el 2012 la construcción de una base militar para dar entrenamiento para “operaciones de paz”, es un eufemismo para encubrir que esta base da entrenamiento de contrainsurgencia.
“En las protestas, en Concón, participó el padre Roy Bourgeois, fundador de SOA Watch, junto a una delegación estadounidense. En Santiago, tuvimos una reunión con el Ministro de Defensa de entonces, José Antonio Gómez, donde le expresamos nuestro deseo que Chile deje de enviar tropas a la SOA/WHINSEC y que se cierre la base de entrenamiento financiada por el Comando Sur en el Fuerte Aguayo”.
Terminamos este artículo con una frase de Ignacio Ellacuría: «Aquellos que odian la injusticia están obligados a luchar, con cada onza de sus fuerzas. Ellos deben trabajar para un mundo nuevo en que la avaricia y el egoísmo sean finalmente vencidos».
Este artículo ha sido publicado en la Revista El Derecho de Vivir en Paz N°21