Llovía sobre Santiago desde la madrugada cuando cientos de personas se reunieron el sábado 22 de julio en el Museo de la Memoria para participar en la Marcha de la Memoria y la Resistencia por los 119 detenidos desaparecidos de la dictadura, en un montaje de espanto denominado ‘Operación Colombo’ y ejecutado en 1975.
Tan profundas ardieron las emociones, tan agolpadas alrededor de las 119 siluetas, tan invierno el día y multigeneracional la convocatoria, que la gente optó por abrazarse; hace mucho que no sé de ti y han crecido muy rápido los chicos, qué será de Manuel y Luisa, qué será de tu mamá y la mamá de tu mamá; y dónde se habrá metido la chica Magda, con ella quedé en la estación del metro Quinta Normal para hacer juntos la caminata.
Por calle Matucana hacia el sur de la ciudad arrancó la marcha, con las figuras cargadas por turno, no porque fueran pesadas, sino por su tamaño real y porque los 119 se quedaron eternamente jóvenes, mientras que los sobrevivientes somos presa de la gravedad y el tiempo. Ellos son los protagonistas, encabezan la marcha, en tanto los equipos de seguridad y salud funcionan matemáticamente, coordinando los grupos de baile y música, espiritualidad barroca y humeante, para que nada eclosione ni se detenga. Ese Roberto D’Orival Briceño, uno de los motores de la actividad, se las trae. Será porque trabaja en teatro y tiene un vozarrón con eco incorporado, y calcula bien los espacios y los minutos.
En medio de la columna camina María Cristina Pacheco, justo frente a la calle Santa Mónica 2338, lugar en el que se creó el primer organismo de derechos humanos de los familiares de las y los detenidos desaparecidos de la dictadura. «La memoria es la columna vertebral para el trabajo social. Ello nos tiene que hacer sentido bajo el sistema deshumanizado que nos quieren imponer», dice María Cristina, y agrega que «la lucha continúa mientras exista alguien que oprima a otro. No hemos podido cambiar el mundo durante mucho tiempo. Pero yo no me siento derrotada ni desesperada, porque jamás he tenido alguna expectativa con el régimen capitalista. El compromiso que he asumido de por vida está determinado por la clase donde nací. En el camino me di cuenta que se trataba de un compromiso muy difícil, por tanto firmé el único contrato que no tiene finiquito: el contrato con la lucha».
Avanzando hacia el corazón de Santiago, Gonzalo Toledo, activista de los derechos humanos y las disidencias sexuales, afirma que la acción colectiva «es lo mínimo que podemos hacer en tiempos de negacionismo y volteretas políticas», en tanto, sosteniendo un lazo rojo que enmarca la caminata, Ruth Lazo, hija de uno de los 119, no se queja de la lluvia y recuerda que «si nos manifestamos en la dictadura y en esta seudo democracia con represión desatada, el agua es más bien una ayuda: limpia estos sitios de injusticias y de olvido».
Por su parte, Miguel Pérez, de la red mediática independiente y popular Frente Cacerola, asegura que «debemos recordar permanentemente la brutalidad de la dictadura. Nuestro compromiso es transmitir la memoria histórica a las nuevas generaciones con el fin de que sepan lo que es el fascismo en Chile».
Próximos a la Plaza de la Constitución, el representante chileno del Observatorio Para el Cierre de la Escuela de las Américas, Pablo Ruiz, explica que «es sabido que los crímenes contra los 119 son parte de la Operación Cóndor. Es preciso recordar que en Panamá el Ejército de Estados Unidos ‘prestaba’ los equipos de comunicaciones y entrenó a los peores asesinos de la dictadura de Pinochet y de sus servicios de inteligencia, así como a los de Argentina. Y a estas alturas, son muy pocos los criminales que han llegado a las cárceles. Por ello nuestra lucha es por la verdad, justicia y no a la impunidad».
A metros de La Moneda, Owana Madera plantea que «la memoria debe estar vinculada a la resistencia. Hoy queremos resaltar, no la memoria de la victimización, sino que la memoria que reivindica la lucha de cada compañero de los 119. La victimización desprovee a nuestros compañeros de su proyecto político: ellos fueron combatientes y luchadores por un país mejor y eso todavía no ocurre.»
La marcha que terminó en el Museo de Bellas Artes contó con representantes de la resistencia mapuche, de los nietos de los detenidos desaparecidos y los ejecutados políticos de la dictadura; de los colectivos por la libertad de los prisioneros políticos de la revuelta social; de estudiantes de secundaria; del feminismo popular.
Fue como el principio de una fuerza que modula las razones de las luchas sociales que se avecinan.
*La imagen fue tomada por el autor de la nota y es de libre disposición
Memoria y Resistencia en Chile: La marcha de los 119 para seguir luchando
Por Andrés Figueroa Cornejo
En 1975, la Dirección Nacional de Inteligencia (DINA) de la dictadura chilena, en coordinación con los servicios institucionales del fascismo de Brasil, Argentina y el Cono Sur de Latinoamérica, ejecutó uno de los crímenes políticos más brutales de la ofensiva capitalista de la época. Bajo las lecciones devenidas de la llamada Escuela Francesa en la guerra de esa potencia colonial contra la lucha independentista del pueblo de Argelia, militares y civiles de extrema derecha de Estados Unidos y de Sudamérica elaboraron la Doctrina de Seguridad Interior del Estado con el propósito de aniquilar cualquier tipo de disidencias políticas que amenazaran el régimen oligárquico establecido. En ese marco, se aplicó una campaña mediática, judicial y militar para hacer desaparecer a 119 luchadores sociales y políticos de origen chileno. Comunicacionalmente, la dictadura de Pinochet intentó convencer a la comunidad nacional y mundial de que los militantes revolucionarios se estaban matando entre sí. Sin embargo, la verdad vio la luz muy pronto y se supo probadamente que la denominada ‘Operación Colombo’ fue un plan macabro de la DINA para asesinar sistemáticamente a 119 jóvenes opositores acérrimos de las tiranías de entonces. El caso fue conocido universalmente. Los cuerpos de los desaparecidos jamás fueron encontrados. Desde entonces, los 119 sintetizan la heroica resistencia del pueblo chileno contra la dictadura.
Roberto D’Orival Briceño es un conocido teatrista y activista del Colectivo de la Memoria 119, que reúne a los familiares y seres queridos de los desaparecidos. A propósito del cumplimiento de los 50 años del golpe de Estado de 1973, Roberto explica que «recibimos la invitación del Museo de Bellas Artes para poner en exhibición las figuras que recrean a cada uno de los 119. Nosotros les planteamos la contrapropuesta de que estuvieran allí, pero en su contexto: la lucha popular. Las siluetas están resguardadas en el Museo de la Memoria. Se trata de obras de trupán, pintadas con látex y extracto de nogal. Se acordó que las siluetas van a partir del Museo de la Memoria hasta llegar al Museo de Bellas Artes como vivieron: marchando.»
– ¿Qué significado tiene la transición, la caminata que realizarán el 22 de julio próximo?
«Tomar todas las banderas de la lucha popular, nuestras reivindicaciones históricas, agregando las deudas acumuladas durante estos 50 años de dominación a partir del golpe de Estado cívico militar de 1973. Debe quedar claro que esta no será la marcha de las víctimas, de los deudos o los dolientes, ni es la marcha del entierro de la memoria, sino que todo lo contrario. Este 22 de julio será la marcha de la memoria y la resistencia. La memoria de los 119 y de muchos y muchas más. La memoria de las luchas legendarias de este territorio, así como la lucha de siempre de la resistencia humana que se expresa también en los familiares, los compañeros, en quienes han demandado justicia y denunciado los crímenes y el genocidio. Por eso usaremos un pasacalles, esto es, echaremos mano a las formas de espiritualidad y culturas propias del mundo latinoamericano, lo pagano, el carnaval, lo mestizo, la música andina, los ritmos negros. El lema es Marcha Pasacalles, Memoria y Resistencia junto a los 119.»
– ¿Cuál es el recorrido?
«Arrancamos del Museo de la Memoria (calle Matucana 501, Santiago), donde antiguamente existió un cementerio incaico, hasta el Comité Pro Paz (calle Santa Mónica 2338), lugar en el que se creó el primer organismo de derechos humanos de los familiares de las y los detenidos desaparecidos de la dictadura, donde la pena y la angustia se convirtió en lucha, y se elaboró el primer recurso de amparo por más de 300 personas, del cual se colgó la Dirección de Inteligencia Nacional de la tiranía (DINA) y los entes de la policía política de todo el Cono Sur del continente con el fin de armar el montaje comunicacional y mentir sobre las causas de las muertes de los 119, maquinando la llamada Operación Colombo. En el Comité Pro Paz efectuaremos un homenaje a las mujeres que iniciaron la lucha por los derechos humanos del régimen pinochetista; las mamás, hermanas, compañeras de los 119, y algunos hombres que se destacaron al respecto. Y desde ahí nos vamos bailando y cantando, gritando consignas por el hoy, por el ayer, por el futuro que esperamos construir algún día, hacia la Plaza de la Constitución.»
– La Plaza de la Constitución es el propio palacio de La Moneda…
«En ese sitio los 119 se hermanan con los caídos durante los 30 años de administraciones civiles de la herencia de la dictadura. Se hermanan con los torturados, los prisioneros políticos, muertos, asesinados en falsos enfrentamientos, en armados comunicacionales como el caso de Camilo Catrillanca; con los mutilados, con los jóvenes que tienen el cuerpo lleno de perdigones desde el estallido social del 18 de octubre de 2019. En la Plaza de la Constitución, los 119 confraternizan con los estudiantes de educación secundaria que están siendo fuertemente reprimidos y judicializados por el gobierno de Boric. Ahí vamos a interpelar al Estado genocida, racista, entregado a los intereses de las corporaciones multinacionales que le están robando la vida y el esfuerzo al pueblo trabajador.
De la Plaza de la Constitución nos desplazamos al Liceo Número 1, entidad que representa las luchas estudiantiles y escolares. En ellos vemos a los 119 del presente. En las nuevas generaciones insumisas y rebeldes que se levantan contra el Estado policial, contra el ‘aula segura’, contra el ‘gatillo fácil’.
Del colegio nos trasladamos al Puente Padre Hurtado (avenida Independencia con el río Mapocho). En la ribera del Mapocho, los 119 recibieron un homenaje el año pasado, mediante la pintada de murales. En ese emplazamiento hemos de recordar a todos los luchadores que fueron arrojados al río desde el mismo 11 de septiembre de 1973. Ese punto también es la coordenada donde los pueblos originarios interpretan el agua como un signo de vida. Por tanto, allí challaremos, resignificando el recuerdo en un compromiso de lucha.
Inmediatamente, nos volcamos hacia la Plaza de Armas donde, antes de que se instalara la iglesia católica y el colonialismo, existió un centro ceremonial de los pueblos originarios. En ese lugar queremos abrazar a nuestras hermanas y hermanos migrantes que hacen parte de la clase trabajadora de este país; así como a las luchas de las disidencias sexuales.»
– El recién pasado 14 de julio falleció por mano propia uno de los creadores de las siluetas de los 119, el artista José Rodríguez.
«En la Plaza de Armas, con los pintores populares, los lustrabotas y todos quienes trabajan allí se le hará un homenaje a José Rodríguez. Él hizo el bosquejo de las primeras siluetas el 2005, esas siluetas que José, como egresado de Artes, ayudó a pintar de esperanza, de invitación, de convocatoria, tras la importante creatividad de Mario Soro.»
– El punto de llegada es el Museo de Bellas Artes.
«En el Bellas Artes, los 119 compañeros representados en las figuras, tendrán un reconocimiento simbólico encabezado por el Coro Voces de la Rebeldía, compuesto por sobrevivientes de la casa de tortura de Villa Grimaldi. Ellos interpretarán El barco de papel de Los Olimareños que ellos cantaban cuando algún compañero tenía la posibilidad de salir en libertad. También entonarán Palabras para Julia del poeta León Felipe y Todavía cantamos de Víctor Heredia, en homenaje a los más de 90 mil detenidos desaparecidos del continente.
Los 119 se quedarán al interior del Museo de Bellas Artes, y el domingo 23 por la mañana, en un momento teatral, los jóvenes estudiantes de actuación de la Universidad Mayor ofrecerán su voz para recrear en primera persona a nuestros familiares en su dimensión vital, actualizando las luchas del pasado y otorgándole continuidad a las luchas del hoy.»
– ¿Cuál es el programa del domingo 23 de julio?
«Fuera del Museo estará el Comedor Popular Luisa Toledo, brindando un plato de comida y un espacio fraterno a los asistentes. Se encontrarán las compañeras de Memoriando en Arpilleras de los 119, exponiendo sus obras. Y en el Salón Blanco del Bellas Artes, a las 11.00 horas, está convocado un foro temático que abordará los montajes comunicacionales, los medios masivos de comunicación que los produjeron a lo largo de la historia del país, y la ética periodística. En el foro participarán la periodista Tania Tamayo y el abogado penalista Julio Cortés, defensor de los luchadores sociales y prisioneros políticos actuales. La prestigiosa comunicadora Nancy Guzmán coordinará el panel.
Creo que tenemos que evidenciar también a los soldados de la mentira, el encubrimiento, la criminalización y estigmatización de las luchas populares, la corrupción, la impunidad.
Terminaremos la jornada por la tarde, luego que los familiares de los 119 demos una opinión sobre la situación presente, donde expresaremos nuestra dura crítica al empate al que la derecha y el gobierno de turno quieren llevarnos mediante una política del olvido, manteniendo las prácticas provenientes del enemigo interno y sus manuales imperialistas.»