Fabiola Letelier, abogada, 80 años, conoce parte de la historia más triste de Chile y esto porque trabajó directamente en la Vicaría de la Solidaridad y después en CODEPU. Fue en estos lugares donde llegaban los familiares de las víctimas de la dictadura de Pinochet, los perseguidos, a pedir ayuda y solidaridad en medio del miedo que reinaba en el país. En esta entrevista, su nieta, Camila Leiva, se sentó frente a ella, una tarde de lluvia en Santiago, para conocer más a su abuela, sobre su vida y su trabajo en derechos humanos. En los mismos días, los estudiantes realizaban una nueva marcha en santiago exigiendo el derecho a la educación pública y gratuita.

 

Para quién no la conozca, ¿Quién es Fabiola Letelier?

Fabiola Letelier es una aboga­da, una mujer, que tiene una hermosa familia, que tiene cuatro hijos, cinco nietos. Mis nietos son todos jóvenes, apa­sionados, estudiosos, cada uno con sus carreras, con una gran conciencia y gran aspiración de que algún día Chile sea diferente al que vivimos aho­ra. Yo nací en Temuco hace ochenta años atrás. Nos vini­mos a Santiago con mi padre, mi madre, mis dos hermanos, Mariana y Orlando. Provengo de un hogar donde la cultura siempre fue importante, sobre todo la lectura. Mi madre era poetisa, ella leía mucho, y mi padre fue dueño de imprentas, donde permanentemente se hacían publicaciones. También fue director del departamento de comunicaciones de la Uni­versidad de Concepción. Por él pasaban los libros, las tesis, y los distintos estudios que se hacían en la Universidad, por lo cual era normal la lectura y la conversación. Mi madre también fue presidenta de la Cruz Roja en Temuco. Ese era el ambiente en que vivía. Es­tudie en el liceo número uno, que era un colegio laico, que era bastante exigente y con muy buen profesorado.

¿Por qué decidió estudiar Derecho?

Entré muy jovencita a la Uni­versidad de Chile porque que­ría ser abogado. Vengo de una familia donde hay muchos abogados, médicos, econo­mistas, gente muy preocupada de la situación del estado. A mi me gustaba el derecho, una carrera ágil y activa, por el afán de estudiar la historia, el desarrollo de las leyes que se daban los pueblos, pero tam­bién por el afán de hacer algo por romper la injusticia en los casos determinados donde yo interviniera.

¿En qué momento de su vida fue tomando conciencia social?

Yo siempre he sido una per­sona de izquierda. ¿Cómo me politice?, hay distintas situa­ciones. Yo había estado casa­da con mi marido Fernando Leiva, nos fuimos a Estados Unidos, del 63 al 70, antes de la dictadura. En los EEUU yo trabajé en la OEA, fui agregada civil, y ahí tuve la oportunidad de conocer muy directamente lo que fue el mo­vimiento por los derechos ci­viles en los EEUU. Yo estaba ahí cuando mataron a Martín Luther King. Estaba trabajan­do en las oficinas de la OEA cuando me avisan y yo tenía a mi hijo en un colegio detrás del Capitolio y yo tuve que ir a buscar a mi hijo en medio de esa noticia. Hubo muertos, se produjo un movimiento enor­me, atacaron los negocios y se robaron cosas y expresaron así su rabia y sentimientos. Me costo mucho llegar a bus­car a mi hijo. Había un caos enorme. Fue un episodio que me conmovió enormemente. Martín Luther King era una figura que tenía una atracción muy grande.

También yo, como miles y miles de personas, había sido afectada directamente por la injusticia, me movió el do­lor, hacer algo, por Orlando que fue detenido después del golpe. El dolor forma par­te de nuestros sentimientos. También sentía miedo, todo el mundo tenía temor, a todos nos podía pasar algo. Se había generado por la dictadura el soplonaje. Una persona que podía ser tú vecino, tu amiga, te podía denunciar. Yo aprendí que la única forma de luchar contra el poder es enfrentar­lo, no tienes otra, enfrentarlo cuando tienes una buena cau­sa y razón.

¿Entonces fue con la llegada de la dictadura que comien­za a trabajar en Derechos Humanos?

Yo me acerque con algunos amigos, al Comité por la Paz, a preguntar qué puedo hacer yo. Di un examen y comencé a constituir el primer comité jurídico, formado por abo­gados, para tratar de asistir a las personas, familiares de victimas, que concurrían en un número cada vez mayor al Comité por la Paz y posterior­mente a la Vicaría de la So­lidaridad. Nuestra actuación, como abogados, era en primer lugar tener una actitud posi­tiva al recibir a las víctimas que iban a denunciar las vio­laciones y los atropellos que ellos habían sufrido y actuar de acuerdo con la ley chile­na, estudiar el código penal, y presentar, sobre todo en los primeros tiempos, recursos de amparo por los detenidos.

¿Habló con Pinochet?

Una vez concurrí, el 27 de noviembre de 1974, al ahora llamado edificio Diego Por­tales, cuando Orlando estaba preso en la Isla Dawson, y Pi­nochet me recibió. Yo fui muy arreglada, y me encontré con un compañero de curso, que no me ayudo cuando estuve presa. Me saludo y le dije “a cobardes no los saludo”. Ha­blé con Pinochet, que había 16 países del mundo que pe­dían que liberaran a Orlando, quien había sido detenido sin ninguna orden judicial, esta­ba sin comunicación con la familia. Pinochet me dijo que iba a ver el caso y que “en 24 ó 48 horas le daré a conocer mi decisión”. Hay cosas que siempre hay que hacer aunque no estés segura que vas a en­contrar éxito a tu petición.

fabiola camila¿Cómo llega a trabajar a CO­DEPU?

El CODEPU nace en 1980 y nace como una organización laica, no gubernamental, con un accionar mas amplio que la Vicaría en el sentido que la materia penal que trabaja­ba no solamente se refería a aquellas personas detenidas desaparecidas o aquellos pri­sioneros sino que también amplió el derecho legal de defensa a aquellas personas que incluso habían utilizado algún tipo de armamento para defenderse. Blanca Rengifo, quien era monja, se dio cuenta que en las poblaciones había gente que se había defendido y esas personas no tenían de­fensa jurídica. Blanca Rengi­fo fue quien me convenció y renunciamos a la Vicaría de la Solidaridad. Con esas ideas, un grupo de personas, donde también estaba Fernando Cas­tillo Velasco, Rafael Maroto, quien era muy reconocido por los sectores populares, forma­mos el CODEPU. El nombre surgió entre nosotros. El CO­DEPU no sólo hizo defensa legales sino incluso formó un equipo medico liderado por Paz Rojas.

¿Qué reflexiones nos puede dar sobre la dictadura?

Lo terrible de la dictadura es que mantuvieron la impuni­dad a través de los detenidos desaparecidos. Eso es un daño que uno no puede aceptar ja­más. El nunca más debe per­manecer, estar en el pueblo, en la memoria y nunca acep­tar el olvido. Si tú no logras que un tribunal no establez­ca la verdad, si tú no logras eso, aunque sea con penas mínimas como ocurre aho­ra, porque aplican la media prescripción, pese a que estos crímenes son de lesa humani­dad, que son imprescriptible e inamnistiable, es un daño para la sociedad. Los tribunales de justicia chileno, han sido muy criticados. Al final los milita­res terminan cumpliendo una mínima condena y al final es­tán todos en la calle felices.

fabiola

¿A 40 años del golpe, que temas pendientes siguen que­dando?

En primer lugar, la dictadura le quitó la vida a tantas perso­nas, no solamente a hombres, sino a niñas, niños, que están desaparecidos. Por lo tanto, respecto de ello, por lo menos debe buscarse la verdad y la justicia para determinar quié­nes fueron los culpables que actuaron en esa forma.

Después todos los derechos, el derecho a la salud, el dere­cho a la educación que recla­man los estudiantes que sea gratuito, que sea de calidad y además contra el lucro.

Es absolutamente indispen­sable que se acabe la Cons­titución del 80 y que surja una nueva Constitución que exprese el derecho ciudada­no, pero no sólo el derecho a votar a través de un cartón o papel sino que reconozcan los derechos de esa ciudadanía re­clama. Por lo tanto, tiene que nacer de una asamblea cons­tituyente que permita recoger las reivindicaciones, los valo­res, las ideas de los distintos ciudadanos. No podemos se­guir con este sistema electoral que establece la Constitución.

¿Qué piensa que Cheyre este en el SERVEL?

Lo encuentro negativo, que este ahí de director un ex-general del ejército, quien fue una de las personas más cer­canas a Pinochet, Juan Emilio Cheyre, y que hoy, además, se puso el tongo de académico y que esta dando clases. Ahí lo tienen, jefe del sistema elec­toral que todo el mundo sabe que es un sistema electoral es­tablecido por la Constitución del 80. Que no es solamente ilícito, ilegal, porque no ha­bía ni parlamento ni nada de eso cuando la aprobaron, sino que además es absolutamente injusto porque permite que haya solamente dos bloques en el poder. Además la Cons­titución fue construida por Pinochet y sus adherentes con el objeto que permanezca para siempre. No admite cambios porque las cuotas que exige para modificarla son altas. Es un sistema único en el mun­do. No hay en ningún país del mundo una sociedad que se dé un sistema tan retrogrado y que favorezca sólo a un sector de la población.

¿Qué opina que nuestro país siga enviando tropas a la Escuela de las Américas?

Me parece que es tremenda­mente lamentable que Chile, después de la experiencia que ha tenido, que ha vivido su pueblo, siga mandando toda­vía militares a la formación a los Estados Unidos y que des­pués regresen a Chile a seguir ejerciendo las mismas funcio­nes. Este es un tema que, ya que usted me lo pregunta, no es muy conocido, y debería hacerse un esfuerzo para darlo a conocer más ampliamente. Es de esperar que Chile siga el camino de los países lati­noamericanos que han retira­do sus tropas de la Escuela de las Américas para no seguir familiarizándose con esas metodologías porque no sola­mente les enseñan a matar o a defenderse sino que también les enseñan a torturar como lo hemos visto desgraciadamen­te en la historia reciente de EEUU con lo que ha pasado en Guantánamo, en Irak, don­de se han torturado a los pri­sioneros.

¿EEUU qué hizo para encon­trar justicia para Orlando Letelier?

Como todo el mundo sabe, el caso de Orlando Letelier fue organizado y planificado con bastante tiempo y fue ordena­do por Pinochet con la partici­pación directa en esta planifi­cación de Manuel Contreras y Pedro Espinoza.

Ellos idearon toda una estra­tegia, crearon comisiones, con ayuda de otros, pero que iba encabezada por Townley, que era un agente de la DINA, norteamericano, y por Espi­noza, que era jefe de opera­ciones de la DINA, además con cubanos, del movimiento nacionalista cubano.

Entonces es un crimen tre­mendo que afecta a varios países, a los EEUU, lógica­mente, y que terminó después con una investigación que duró dos años y que realizó el FBI. Investigación que logró establecer que efectivamen­te se había iniciado en Chile -la planificación del crimen de Orlando Letelier- por este Townley, a través de la DINA, y toda esa historia.

Townley era un agente en la DINA que incluso, su perver­sidad, había aceptado llevar un frasco de gas sarín -que preparaba Berríos en la casa de la DINA en Lo Curro- a EEUU para matar a Orlando Letelier.

El gas sarín te produce una aceleración cardiaca y des­pués no había como demos­trarlo y te mataban sin prue­bas. Pero esa operación se frustró producto del problema con los pasaportes paraguayos y entonces a Orlando lo mata­ron con un coche bomba.

El atentado produce una gran reacción en EEUU, de toda la gente de izquierda y de toda la gente que trabajaban en el instituto con Orlando, todos los que trabajaron en el ban­co, lo conocían, Orlando era un hombre recto y de un co­raje y una valentía realmente impresionante.

EEUU hace la investigación, el FBI interviene, hay una cantidad inmensa de personas que intervienen, se llaga a la conclusión de la participación de los cubanos y todo eso. Se presiona al gobierno chileno para el Townley sea enviado a EEUU y eso lo logran.

Townley confiesa y le con­denan a 10 años y al final no estuvo ni siquiera cuatro y le dieron una identidad propia, le dieron la libertad, y el tipo esta regio en su vida.

¿Qué pasa con Contreras y Espinoza?

Mandan la sentencia a Chile, a la Corte Suprema, y la Corte Suprema decide tomar a Con­treras y Espinoza, le privan de libertad y empieza la investi­gación, pero la investigación no la hacen los civiles la pa­san a la justicia militar. Pri­mero por falsificación de pa­saporte y después le agregan homicidio.

Estuvimos 10 años en la jus­ticia militar porque la justicia militar en vez de lograr un poco de verdad con respecto a Contreras, Espinoza, y todo eso, sólo buscaba sobreseer el caso por falta de antecedentes. Fueron 10 años de tarea que tuve yo con Jaime Castillo, y no sé como sobreviví a todo eso. Entonces viene el cam­bio de gobierno en los 90 y la Corte Suprema decide que el ministro Bañados se haga car­go de la investigación hasta el año en que termina, en el 95, que salen las sentencias, don­de condenan a 7 años a Con­treras y 6 años para Espinoza, nada mas. Bañados dicta esas sentencias miserables.

¿Y qué hay del Caso Berríos?

El Caso Berríos esta relacio­nado con Orlando, por otros lados, por la fabricación de gas sarín que se quiso usar inicialmente en la muerte de Orlando. Es por eso que me meto al juicio y consigo que también sea querellante uno de los hijos de Orlando. Este caso pronto va llegar a su fin y donde tenemos a 12 militares sometidos a proceso. El caso tiene 40 tomos, más de 7000 fojas, una sentencia de más de 500 páginas. En estos días sale la sentencia. Desde ya te digo que a mi lo que me inte­resa es que sean condenados, pero al mismo tiempo, voy a levantar mi voz, donde quiera que vaya, voy a pedir que se reabra el caso Letelier y des­pués de eso me voy a morir tranquila…

Finalmente, ¿qué le diría a sus nietos, a los jóvenes de hoy?

Yo les digo a mis nietos, a los jóvenes, y a mi misma, que hay que tener esperanzas en que se puede cambiar esta sociedad. Admiro a los estu­diantes porque han mantenido la movilización, con las dife­rencias que tienen, que son lógicas. Las movilizaciones han tenido una participación numérica muy importante. Entonces hay que tener fuer­za, esperanza, pero, como decía un holandés, que se preocupaba de los derechos humanos, “si tu quieres cam­biar el mundo, sal” o sea, sal de tu centro, del lugar en que estas, participa con otros, por­que solos no podemos hacer nada. Entonces tu tienes que romper tu centro propio y tie­nes que salir a compartir con otro y juntos buscar la salida adecuada.

Entrevista: Camila Leiva – Edición: Pablo Ruiz

Por Editor

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